Por fin los K.f.m. emprendieron la batalla final por el control de la bestia; el plan era teleportarse al centro de mando de la bestia tras prepararse mágicamente para la batalla, en busca de Demonsson y con la intención de atraer a H´jord a la batalla y poder derrotarle sin que huyese como había hecho hasta ahora. Sheark puntualizó que, puesto que todavía nadie del grupo es capaz de preparar conjuros muy útiles tales como telaprotación o escudriñamiento (aunque este último ya lo tiene en el libro), el grupo debería apartar algo de dinero para comprar pergaminos que cubran este punto débil, puesto que de momento los estaban poniendo entre Rúrik y él...
Aclarado esto, Sheark teleportó a todos hasta la sala, que resultó tener apenas unos 20´ de diámetro; por ello, el combate subsiguiente fue apretado y hubo que prestar gran atención a las áreas amenazadas para evitar los consabidos ataques de oportunidad. Aunque en principio parecía que sólo Demonsson, un clérigo enfundado en una armadura completa que le hacía parecer un demonio, custodiaba al piloto del Kadtánach (un gnoll con la mirada perdida sentado en un trono y con un gran yelmo de hueso en la cabeza: el yelmo de Davnak), este había convocado a dos Dolgaunts para que le protegiesen, y en el siguiente turno convocó a un demonio Barbazu que a su vez invocó a otro de sus congéneres. Por si fuera poco, cuatro Gnolls de élite cayeron desde el techo para cercar a los K.f.m., y tras unos pocos asaltos H´jord hizo su aparición cuando aún quedaban en pie prácticamente todos los enemigos. La resistencia a conjuros, a la energía, y la reducción de daño que prácticamente todos los oponentes poseían dificultó la tarea, pero aunque se recibieron varias heridas todos lo enemigos acabaron cayendo. H´jord, al verse solo, hizo un último intento de huir con el yelmo de Davnak, pero Sheark temía sus intenciones y esperaba la maniobra; entre esto y la velocidad de Warlack, H´jord fue finalmente derrotado.
Kaya apareció entonces a recoger el yelmo e indicar a los K.f.m. que abandonáran el Kadtánach tal y como habían acordado. El grupo recogió las pertenencias de los enemigos caidos y emprendió el vuelo sabiendo que, aunque el Kadtánach y su peligrosa dueña seguían sueltos, la amenaza contra los Confines de Eldeen había terminado: hora de cobrar...
Kaya apareció entonces a recoger el yelmo e indicar a los K.f.m. que abandonáran el Kadtánach tal y como habían acordado. El grupo recogió las pertenencias de los enemigos caidos y emprendió el vuelo sabiendo que, aunque el Kadtánach y su peligrosa dueña seguían sueltos, la amenaza contra los Confines de Eldeen había terminado: hora de cobrar...