domingo, 7 de junio de 2009

Kaos Kuori


A pesar de lo que dicta la prudencia, Takhisis se había adentrado en territorio enemigo en solitario y con un cuerpo prestado; poco podía sospechar las terribles fuerzas que acechaban sus movimientos desde la planta superior del monolito: en un arranque de celeridad, sin dar y tiempo a reaccionar o dar la alarma, cinco formas humanoides saltaron sobre el mago reduciéndolo a la inconsciencia por abrumador numero. Sin embargo, en el momento en que le llevaron hacía arriba para hacer de él un rehen con el que poder amenazar al resto del grupo, el Campo antimagia preparado para desbaratar los posibles ataques invasores rompió el hechizo de Transmigración y el alma de Takhisis, todavía dentro del alcance del conjuro, regresó a la gema que Abrojo sostenía.
Sin embargo, al estar inconsciente se rompió el contacto, y Orok, Sheark, Warlack, Grigori y Kruntxak, temiendo lo peor, se prepararon para entrar en el monolito de cristal al rescate de su compañero; gracias al escudriñamiento, varios teletransportes y la clarividencia pudieron penetrar en la cámara inferior sin dar la alarma, y Sheark se deslizó al piso central para investigar subrepticiamente. Allí, parapetados tras el citado campo antimagia y varias trampas claramente visibles, toda una formación de guardias, preparados tras escudos paveses, el encapuchado de la lanza extensible, y algunas figuras desconocidas más se preparaban para el asalto. Aunque Sheark hizo lo posible por localizar los focos del conjuro sin ser descubierto, la falta de escondites y la longitud de la tarea hizo que los citados guardias advirtiesen su presencia, desatándose el infierno...
Los defensores del monolito advirtieron a Sheark que deponiese sus armas o matarían a su compañero; ignorando tanto unos como otros que el alma de Takhisis estaba encerrada pero a salvo, Sheark intentó ganar tiempo para que el resto del grupo se posicionase; sin embargo, comenzadas las hostilidades, la vida del guardia/Takhisis dejó de ser una prioridad, y fue brutalmente asesinado por el hombre de la lanza...
Desde el primer momento los esfuerzos del grupo se centraron en destruir los focos del campo, labor dificil por la carencia de magia pero que el espadón de adamantita de Warlack supo solventar. Eliminado ese obstaculo, la caótica marea de ataques individuales de la que el grupo siempre ha hecho gala se estrelló una y otra vez contra el acantilado de disciplina, preparación y táctica de los defensores, que en total silencio desplegaban poderosos ataques desde el interior de su bien parapetada defensa. Sus buenas salvaciones, alta armadura y terribles contraataques pusieron en jaque al grupo, que tras 7 agónicos asaltos veía acomo Sheark se desangraba en el suelo, Kruntxak se sujetaba las tripas mientras blandía inutilmente el hacha, y Grigori y Arigorn apenas podías sostener la retaguardia; mientras tanto, los enemigos se alzaban impávidos tras sus defensas, apenas magullados.
En un cambio de ritmo que a punto estuvo de llegar demasiado tarde, Warlack y Kruntxak aunaron esfuerzos para intentar quebrar la formación; por dos veces abrieron brecha gracias a poderosas embestidas y ataques al escudo, y por dos veces la formación volvió a cerrarse. Sin embargo los esfuerzos no habían sido en vano, y varios hechizos y convocaciones de Orok comenzaron a hacer mella en los defensores; el precio, en cambio, fue la vida de Mufasa.
En un despliegue de ingenio y poder, los enemigos se teleportaron en formación alrededor de Orok, quien sospechando la maniobra se había parapetado a conciencia, pero no pudo resistir el ataque combinado de todos los enemigos restantes, sucumbiendo a la inconsciencia,y estando a punto de perecer si no fuese por su Espíritu heróico. Reventado ya el dique, Warlack, Kruntxak y un de nuevo despierto Sheark reanudaron la embestida, aunque Sheark estaba muy malerido, y el Berserker de Kruntxak era lo único que le mantenía con vida. Incapaces de mantener la lucha en firme, los enemigos lanzaron una bateria de hechizar persona sobre el grupo, y Kruntxak sucumbió a ellos, destrozándo a Warlack en un brutal asalto de furia y hacha; solo la sanación imbuida en su armadura permitió sobrevivir al semiorco, que destrozó in extremis a los enemigos restantes y liberó a Kruntxak del hechizo. Sheark y sus rayos abrasadores pusieron punto y final a tan desesperado combate, eliminando al portador de la lanza por la espalda.